Aún lo recuerdo, aquella vez cuando te conocí…
Llevaba un rato intentando que la señora de la cafetería me atendiera, y pedirle como todas las tardes mi café.
Entre toda esa gente era difícil prestar atención a los detalles. Así que, cuando me senté, no me di cuenta de que estabas ahí. Sentada, y tan absorta en lo que hacías, creo que tampoco tu te percataste de mi compañía.
Te observé… mientras escribías en tu cuaderno, ese que tiene pasta oscura y que he visto tantas veces contigo. Escribías y escribías con tus delicadas manos, intentando hacer la mejor letra posible y no equivocarte.
Te observé… y pude ver los rastros escondidos de cicatrices, cicatrices que había dejado el tiempo causados por una vida difícil y dolorosa. Y aún así, ver tu sonrisa sincera, me hace pensar que de alguna forma todo ha valido la pena.
Te veía escribir… y también, al mismo tiempo, escribía silenciosamente una historia en mi mente. Acerca de un chico y como conocía a una chica. De su mirada encantadora.
Te miraba… y deseaba en mi corazón que ese momento durara un poco más.
Yo creo que en el mundo existen personas con suerte, a quienes las oportunidades se les presentan fácilmente; y también personas como yo, quienes tienen que esforzarse para crear esas oportunidades. Es por eso, cuando preguntaste por mi nombre, supe que esa era mi oportunidad, y tuve la sensación de que algo muy bueno ocurriría.
Aún lo recuerdo, aquella vez cuando te conocí, no… cuando nos conocimos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario