9/08/2008

Historias

Solía sentarse en aquella banca del parque, y escribir mil historias… Justo en la banca que daba al frente del pequeño quiosco. Sonreía a la gente que pasaba, aunque a veces las ignoraba por meterse en sus historias.

De vez en cuando una joven, cuyo nombre no recuerdo, pero que suena como Juno o Yuna, no estoy seguro, se acercaba al lado suyo y lo miraba mientras escribía. Y siempre le pedía que le contara de sus historias, a ella le encantaba escucharlo. Creo que estaba enamorada de él, pero en secreto.

Una tarde, después de un café, como de costumbre, caminó hacia aquel parque, esperando escribir. Ese día el no tenía muchas ideas, era uno de esos días en que no tienes ganas de nada y realmente escribir algo en ese momento quizás hubiera sido más como obligado. Pero al llegar, notó algo extraño. La banca en la que el siempre pasaba las tardes estaba ocupada. Era una chica con su chico, al parecer, muy enamorados los dos.

Decidió que, tal vez, solo por esa tarde, podía sentarse en otro lugar, así que tomó asiento en una banca cercana. Se sentó y, de vez en cuando, miraba de reojo a aquella pareja. Y pensaba que, aunque siempre imaginaba y escribía las historias de amor más bellas, en el fondo se sentía solo, porque nunca se atrevió a decirle a aquella persona tan especial para el, todo eso que el sentía, y después de un tiempo ella se fue para siempre de su vida.. Suspiró…

2.3

En ese momento una hoja calló de unos de los árboles. Comenzaba el otoño. Pensó que solo por ese día escribiría una historia triste, y deseó que su banca no estuviera ocupada. Estaba tan acostumbrado a ella, que ésta le parecía algo “fría” e incomoda. Sacó un cuaderno de su mochila, y miró como hacia el cielo, pensando.

Pero no tenía ideas, era como si la idea principal de su historia se hubiera esfumado. Mordió su labio por dentro, en disgusto por su poca imaginación, y regresó su mirada a aquella pareja. Él la tomaba de la mano y ella lo miraba fijamente. Aún más subió su frustración así que tomó su mochila, pero cuando estaba a punto de pararse, algo extraño sucedió.

Era una sensación difícil de explicar, como cuando estás en un sueño, y nada es nítido ni real. Por un momento se asustó, pero poco a poco se dejó llevar por el momento. Era como si el tiempo se detuviera y las cosas se tornaran borrosas. Sintió una gran conmoción en su corazón.

“¿Me estaré volviendo loco?” pensó. Y paulatinamente sintió una sensación cálida, y reconocible. Era como si ya hubiera sentido eso antes. Y vio lo que parecían ser memorias. Memorias de una banca, que habían sido guardadas de alguna manera dentro de ella.

Las imágenes eran muchas, juntas, en superposición unas con otras. Podía ver como muchas personas habían iniciado su relación en esa banca. Aunque solo eran imágenes, esas memorias, historias, eran aun más perfectas que cualquiera que el hubiera escrito. Sin darse cuenta, una lágrima rodó por su mejilla. La secó con su mano y se extrañó. “¿Mi corazón está llorando? Porque yo no siento tristeza”. Antes se había sentido asustado, pero ahora reconocía esa sensación cálida, era el amor.

“¡Hola!” Se escuchó a lo lejos mientras aquella magia se desvanecía. Era ella. Esa chica que le encantaba escuchar sus historias. Caminaba alegremente hacia él. La miró con cierta sorpresa, pero después le sonrió. Ella se sentó a su lado.

El solo la miró, y tomando su mano, la besó. Entonces los dos se sonrieron, y no dijeron más por un rato. Solo un “te amo”. El sol terminaba de esconderse, ahora la luna y las estrellas tomaban posesión del cielo.

Otra historia había comenzado y con ella nuevos capítulos por escribir…

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