4/17/2008

Laura

Siempre me gustó su sonrisa. Era tan bonita, pero ya solo quedan recuerdos. Le gustaba jugar mucho, pero siempre cumplía con todo, y como resultado tenía buenas calificaciones.

Se sentaba en la fila de al lado, cuando estábamos en clase, y de vez en cuando solía mirar a mi compañero de adelante. Personalmente, siempre he creído que era una persona ejemplar. No se, supongo que el tiempo se encargó.

El otro día la vi, mientras viajaba en el autobús. Quizás exagero, pero la recuerdo más bonita. Tenía una mirada perdida, como si hubiera olvidado su corazón en casa, y lucía el uniforme de su escuela (una falda de cuadros y una camiseta tipo polo con el logotipo de la escuela), y su cabello rojo, para ocultar esos manchones violetas en la piel de su espalda.

Al parecer no me vio, pues, se miraba distraida. Pero antes de que se sentara, logré ver su maquillaje, que ocultaba bien toda su tristeza. Se sentó justo delante de mi. Me hubiera gustado oler su cabello de nuevo, solo para ve si todavía conservaba su frescura.

No pude evitar sentir todo ese vacío en ella. Sin duda ya casi no quedaba nada de ella, solo sombras y recuerdos. De hecho, estoy seguro que solo yo vi ese par de lágrimas que descansaban en sus mejillas.

Y me recordó lo mucho que todos hemos sufrido, para llegar hasta aquí. Me hizo recordar el duro camino que andamos a diario, y que algunas personas suelen tropezar más que otras. Que difícil es fingir una sonrisa cuando estás tan cansado.

Así que tomé mi cuaderno y escribí...

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