Ayer estaba confundido, escribí y pensé unas cosas sin querer. Pero afortunadamente pasó una de esas cosas que te ayudan a aclarar tu mente. Platiqué con esa persona que se es mi alma gemela. (Sí, es como en los videojuegos, donde siempre hay ayudas dentro de una misión). El caso es que ya tenía mucho tiempo sin verla, y nos “actualizamos”, jeje. Nos contamos todo, de 3 meses para acá. Me recordó que la vida es una “sinfonía agridulce”, pero lo más importante, lo mucho que me gusta escribir de mi en tercera persona.
Le encantaba contar las estrellas, y podía pasar incluso noches enteras tan solo para apreciar su belleza. Solía sentarse en la puerta trasera del segundo piso de su casa, a recibir un poco de viento fresco de la noche, y pensar en las pocas cosas buenas que tenía en su vida. Recordar los momentos.
Porque esas son una de las pocas cosas que realmente nos pertenecen, los recuerdos. Son instantes, o momentos, que guardamos en la mente, para revisarlos después. Y pueden servirnos para reflexionar en los errores, o simplemente para “volver” a disfrutarlos.
Daniel podía tomar su cuaderno y escribir mil palabras a partir de una sola idea. Y de vez en cuando lo hacía, para subir algo a su blog. Pero, particularmente ese día estaba confundido; ya saben, un poco frustrado y melancólico a la vez. Era el momento perfecto para una caminata lenta. Ah, pero no podía salir a caminar (política de sus padres). Entonces optó por solo mirar las estrellas.
Creyó escuchar el timbre, no, lo escuchó. Salió a la puerta, y era ella, aquella persona por la que le gusta tanto ver las estrellas. Extrañamente vestida con una blusa verde. Pero al fin y al cabo, era ella y por alguna razón, estaba seguro de que solo podía ser algo bueno. La invitó a ver las estrellas con él, y por supuesto a platicar.
Hablaron de todo, pues tenía un tiempo que no se veían. Le encantaba hacerla reír, y a ella reír por sus tonterías. Ese tipo de personas, son tan difíciles de encontrar, y cuando las encuentras, es un error dejarlas ir. Un “alma gemela”, es esa persona que puede traducir todo eso que dice tu corazón pero que nadie entiende, y a veces ni siquiera tú.
En una sola noche, expulsó los miedos de él, cual guerrera y aliada con un gran corazón. Pero se hacía tarde, y de pronto todo se nubló, aunque con una gran paz. Despertó en la puerta trasera del segundo piso de su casa, con un increíble dolor de espalda, por la posición incómoda en la que durmió, y preguntándose si solo había sido un sueño… un hermoso sueño.
Derechos reservados a Danymalo.
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