Siempre me pregunté como es que terminaría todo, trataba de cerrar los ojos, y pensaba en su sonrisa; solía ser tan alegre. Aún en los días más fríos podía sentir esa sensación cálida y reconfortante, y nunca ese sonido que tanto odio del silencio.
“La luna la invoca, en una larga e interminable melodía… pero yo cubro suavemente sus oídos, es por eso que regresé con ella”
Una vez escuché algo como eso (o imaginé escucharlo), y por mucho tiempo me excusaba en esas palabras pensando en que yo podía de alguna manera apagar esa “melodía” de soledad que siempre rondaba cerca de ella, sobretodo cuando dibujaba, pues solía vérsele muy triste cuando lo hacía.
Ver su cuaderno repleto de dibujos, de alguna manera melancólicos, era como una galería a escala de sus sentimientos atrapados, y descubiertos todos al fin por mi mirada curiosa.
“Me pregunto si la luna que veo será la misma que tu vez…”
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