Hace tiempo que hojeo mi viejo cuaderno, revisando mis viejas notas-pensamientos que de frecuentemente escribo, pues siempre salgo con ella. No es nada especial, es solo que es una manera de recordar mis pensamientos que surgieron en un determinado momento.
La hojee y encontré un pequeño texto con muchos borrones acerca de la primera vez que contemplé el momento en que una persona se enamoró de otra.
“Se le hacía tarde para la escuela y mi pequeño primo apuraba el paso para no tener problemas su primer día de clases en esa nueva escuela. Iba tan a prisa que ni siquiera la vio venir. Él se tropezó, no, se tropezaron en la entrada. Los colores y algunas cosas que ella traía en su mano cayeron al suelo, y mientras él hacía como que le ayudaba a recoger los útiles de ella, se percató de lo bonita que era. La forma en que la miró, y en que de alguna forma el tiempo se detuvo, aunque fuera por unos instantes. No puedo evitar pensarlo. ¿A casó el se había enamorado?”
Quizás él era solo un niño, pero sus sentimientos debieron ser reales.
Me di cuenta también de la forma en que generalmente mis ideas llegan. Primero un pensamiento complejo, que después se transforma en una idea triste, y por último mi mente la convierte en sencillos “esquemas” o piezas que si uno (de unir jeje) de la manera correcta forma una bonita historia.
(Rayos, ahora me pregunto en qué categoría entra lo que acabo de escribir)…
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