“¡¿Por qué no simplemente me dices que te pasa?!”… y un par de lagrimas salieron de sus ojos.
Ella siempre se preocupa por mi, y nunca en este largo par de años una pregunta tan simple había hecho detener el tiempo para mi. Y creo que tampoco ella había sentido algo tan profundo.
Mordí mi labio, bajé mi mirada y respiré hondo, hondo. “Quizás desaparecer”, esa sería una salida fácil, y no tendría que explicar nada.
Recuerdo que una vez, cuando era chico, una niña me pidió que fuera su novio. Ella era mi amiga, y en ese momento tuve miedo de que el encanto se acabara y, después de un tiempo, no volviéramos a estar juntos.
Quisiera volverme invisible, como mis lagrimas, que no puedes ver. Tal vez así podría mirarte a los ojos, y contarte todo lo que siento y he sentido durante estos años.
Sentimientos se acumulaban en mi y en mi garganta, y me impedían pronunciar una respuesta.
Una vez me preguntaste jugando ‘qué pasaría si tu y yo fuéramos novios’, yo no supe que responder… Mi corazón había guardado muchas palabras para ti en todo este tiempo. Palabras que solo se pueden decir a esa “persona para ti” y que simplemente no habían podido salir.
Pero hace tiempo que dejé de ser un niño. “¿Tomarías mi mano si te lo pido?”. Muchas veces había pasado esa pregunta por mi mente, y quizás esta era mi oportunidad de saberlo.
Así que regresé mi mirada a tus ojos y antes de que el silencio ahogara el momento y cerraras tu puerta, respondí: “Porque estoy enamorado de ti”.
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