No la he visto desde hace más de un año, cuando dejé de trabajar con ella. Si fuera a encontrarla de repente, probablemente me forzaría a verla. Recuerdo que…
En una noche de luna, en el verano de hace dos años, la llevé a su cama después de que colapsara en la regadera después del trabajo.
Y pasé muchas horas mirando hacia el cielo.
- ¿Se está acabando el efecto del analgésico? -
- Yuna ¿estás bien? -
- Estaba teniendo un sueño horrible, amor – dijo Yuna aun con sus ojos cerrados, mientras me sujetaba la mano con fuerza. – Me alegra tanto que estés a mi lado -
Y entonces, mientras despertaba de su sueño, sus ojos se volvían más y más transparentes.
Por primera vez en mi vida…
… escuché el corazón de alguien más siendo aplastado.
Nunca en nuestro tiempo trabajando juntos Yuna había comentado o dicho algo acerca de su difunto esposo. Se suponía que yo no supiera nada y sin embargo, parte de ella me contaba poco a poco de esa fragmento de su vida que aún no dejaba ir y que la consumía lentamente.
Quizás por eso ella no tuvo problemas en darme trabajo. Es decir, el contratar a una persona que no conocía lo hacía todo más fácil, pues ella no tendría que fingir que ya lo había superado, simplemente sumergirse en ese mar de trabajo y dolor.
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