Despedida...

Aun recuerdo aquella vez mientras te sostenía en mis brazos. Me pediste que no te soltara mientras no fuera la hora. El autobús que pronto se llevaría muy lejos a eso que yo más quiero, se había retrasado, brindándonos de unos minutos más de falsa felicidad. Aquella que solo las personas enamoradas pueden disfrutar.

Comenzaba a anochecer y las estrellas aparecían una a una con su brillo mientras el sol perdía su dominio del cielo. Nos mirábamos como esperando lo que ambos sabíamos era imposible. Algún desperfecto que impidiera que ella tuviera que irse.

Los minutos se hicieron como horas a su lado y el silencio impregnaba el momento de cierto suspenso. Y aquella noche desee que todo fuera un sueño, un mal sueño. Sujetaba mi mano con fuerza y limpiaba discretamente las lágrimas que salían lentamente de sus ojos, como queriendo ocultar lo que con todo su corazón sentía.

Ella se giró de mis brazos y después de mirarme fijamente me abrazó con todo su ser, dejando así un fragmento de su escencia en mí.

El sonido del autobús se escuchó a lo lejos, así que finalmente se despidió tiernamente de con un beso, y se alejó lentamente sin agitar sus brazos como de costumbre. Aquella vez, fue la última vez que la vi.